
Los agricultores, recogen con total delicadeza aunque con gran esfuerzo las rosas, llenando sus enormes bolsas de tela, que se cuelgan al cuello. Tras recolectar las rosas, las llevan a sus lugares de extracción de perfume, utilizando instrumentos artesanales especiales con ese fin. Una vez realizadas las tareas necesarias, venden todo tipo de productos derivados de las rosas, con lo que hacen en primavera sobre todo, su agosto. Además, no es sólo que vendan cantidades ingentes de productos, sino que además, las rosas y toda la actividad relacionada con ellas, fomentan el turismo de tal manera, que aumenta sus ingresos increíblemente. Además, los iraníes utilizan estos productos tradicionalmente para perfumar la Kaaba, disfrutar de refrescos con sabor a rosas, y utilizar algunos productos derivados de estas flores para algunas curaciones. En cualquier caso, como siempre ocurre, este negocio cada vez es menos artesanal, y ciertos productores, al observar las posibilidades del mercado, utilizan nuevos métodos de producción.
Como una curiosidad añadida, los habitantes de Ghamsar, llaman a esta rosa Mohamadí, ya que hay una leyenda, que cuenta que la primera rosa nació cuando una gota de sudor de Mahoma cayó al suelo.
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