La metodología idónea para regar una planta, es la misma que tendríamos que seguir nosotros a la hora de comer. Tengo hambre, pues como. Mi planta tiene sed, pues la riego. Sin embargo, darnos cuenta de que tenemos hambre, es más fácil que darnos cuenta de que nuestra planta necesita agua. Si desconocemos esto último, es posible que nuestra planta se muera ahogada o deshidratada, ya que como ocurre en el reino de los animales, no todas las especies son iguales.
Por ello, para descubrir cuando nuestras plantas necesitan agua y en qué cantidad, aquí os dejamos pasos para conseguir satisfacer las necesidades de nuestras amigas.
1. Mojamos la superficie de la maceta.
2. Esperamos a que se absorba el agua a través de la tierra.
3. Palpamos la superficie humedecida para comprobar el nivel de humedad.
Si al presionar ligeramente sobre la superficie notamos que todavía sale agua o notamos la superficie húmeda, no es necesario utilizar la regadera. Si por el contrario, notamos que la superficie está reseca, entonces sí, debemos regar.
El riego es recomendable hacerlo con agua templado, nunca muy fría, pues la cambiará la temperatura de la planta y por consiguiente, esta se marchitará.
4. Ahora lo más complicado. ¿Cuánta agua hay que verter?
Si el tiesto es pequeño, se secará antes, por tanto, verteremos agua hasta que la superficie esté de nuevo húmeda. Podemos repetir el paso 3 para comprobar si esto ha sucedido.
5. Recuerda vaciar el agua del plato de la maceta, en caso de que lo tenga, para que no se pudran las raíces.
6. Este paso no es obligatorio, pero ayudará a tus plantas.
Si notas que la tierra tiene como una especie de encostrados blanquecinos, es necesario retirar la planta y limpiar el tiesto. Posteriormente, habrá que regar.
Esperamos que este consejo os haya sido de utilidad.
Un saludo.
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